Verdadera Identidad en Cristo.

La maternidad cambio mi vida, pero, ¿Se supone que debe ser así? Muchos de mis amigas me han confiado que desde que se convirtieron en madres, sienten que les falta una parte de sí mismas. Han perdido su identidad, y me identifico con ese sentir absolutamente.La parte de mí que solía ser capaz de hacer lo que quería o me gustaba hacer, los pasatiempos e intereses que tenía en mi tiempo libre ya no existen. Como madre, el "tiempo libre" no existe. Apenas hay tiempo para maquillarse antes de salir de la casa, o comprarse una ropa nueva que no sea un pantalón de yoga y una camiseta (que terminará manchada y más temprano que tarde). He sentido esa sensación de pérdida. Extraño a la chica que solía ser, que se divertía, estaba en forma, y ​​tenía muchos amigos y una vida social. Ahora me paso el día razonando con mi hija de dos años y arrullando a mi hijo de cuatro meses. Y me encanta. Esos dos son mi mayor alegría, el logro que más me enorgullece y dos de mis personas favoritas.

Eso no cambia el hecho de que me siento perdida en mi rol de madre. ¿Dónde termina mamá y dónde empiezo yo? Parece que no hay diferencia, soy mamá, y eso es todo. ¿Cómo me encuentro nuevamente? ¿Regreso al trabajo, debería publicar en un blog, dedicarme a pasatiempos y formar parte de grupos de apoyo social? Busco quién soy en cosas que nunca pueden definirme. ¿Me siento inconforme sin ellos? ¿Identifican quién soy? ¿Pienso que en ellos encontraré aceptación o propósito? Cuando buscamos cosas que nos satisfagan o identifiquen quiénes somos, terminamos perdidos y vacíos. No estamos enfocados en nuestro verdadero propósito y nuestra razón para vivir

Jesucristo nos compró, nos redimió y nos adoptó para que no tengamos que ir en busca de pertenencia. ¡Nuestra identidad está en Él! Eso significa que nuestra vida se encuentra en Él. Ya no debo ser alguien, ni hacer algo para ser valorado. Y como si ser "solo una madre" no fuera suficiente. No tengo que demostrar nada a nadie ni a mí misma. Encontrar mi identidad en Cristo es la liberación. Puedo hacer cualquier cosa, y si eso significa que, quiere que esté en el ministerio o que disfrute pasatiempos con amigos, soy libre de hacerlo. Pero, veamos las razones por las que hacemos lo que hacemos. Seamos mujeres que no están obligadas por la normalidad social o las presiones de la sociedad a ser una determinada manera de ser considerado exitosa, importante o valiosa. Miremos en quién Cristo nos hizo. Cuanto más cerca estoy de Él, mi intimidad con Él me da mi identidad. Nada puede cambiar eso, ¡ninguna circunstancia, ningún desafío, ninguna deficiencia cambiará eso!

"Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable". 1 Pedro 2: 9

"Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es."1 Juan 3: 1-2

"Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad." Colosenses 2: 9-10

Y Él te conoce. Él sabe que esto es difícil. Él sabe que te sientes perdida en la ropa y los platos, las facturas y las pequeñas cosas pegajosas, las malas notas, los malos humores y las quejas que escuchas incesantemente. Él te llama a salir del desastre y te llama Suya. El desastre no nos define. Soy más que "mamá" porque Cristo me hizo suya.

¡Eres una hija de Dios!