Un corazón preparado para celebrar

17.08.2018

1 Corintios 11:26 "Así, pues todas las veces que comiereis este pan y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga."

Desde niña, recuerdo que los domingos eran especiales, mi mamá preparaba la mejor ropa para mí, el mejor vestido, el mejor peinado y por supuesto, para los demás miembros de mi familia también. Aunque en ocasiones los domingos era un caos, desayunar, prepararnos, peinarnos, etc. Pero después de todo esto ya listos en el carro, nos dirigíamos a reunirnos con la iglesia para celebrar la cena del Señor, veía como pasaban el pan y el vino, quería tomarlo porque todos lo hacían, pero no comprendía el significado de esta celebración, si me preguntaban yo podía responder la razón de la Santa Cena, pero el conocimiento que me faltaba era un conocimiento Espiritual.

El apóstol Pablo en su primera carta a los corintios capítulo 11 del versículo 23 al 25, a través de la revelación dado por el Señor Jesucristo, nos enseña el significado de la Cena del Señor, la Cena del Señor es una celebración solemne instituida por Dios, Jesús mismo partió el pan y les dijo a sus discípulos que comieran en memoria de Él, el pan representaba su cuerpo y la copa representaba el nuevo pacto en su sangre, el nuevo pacto fue confirmado en Su sangre. Esta institución no solo fue dada a los discípulos, si no a todo creyente. El versículo 26 nos dice que todas las veces que lo hiciéremos la muerte de Señor anunciamos hasta que venga, ¿Cuándo dejaremos de celebrarlo? Hasta que Cristo venga por su iglesia.

Cuando yo comprendí el verdadero significado de la celebración y creí en Jesús como mi Señor y Salvador, comprendí que va más allá de una bonita reunión con tu familia y demás miembros de la iglesia, donde la escuela dominical y salir al receso a jugar era algo bonito para mí, pero esa celebración cobró sentido y fue verdaderamente especial a mi vida, cuando entendí que el prepararme con mi mejor ropa y mejor peinado todos los domingos por la mañana eran secundarios, debía preparar primero mi corazón, con gratitud y alabanza, para recordar la obra redentora de mi Salvador, comiendo el pan, símbolo de su cuerpo molido para que yo, sin merecerlo, pudiera ser salva de la condenación eterna, tomando el vino recordando su sangre derramada en aquella cruz, dándonos ese nuevo pacto. Mi perspectiva cambió completamente, qué maravillosa celebración. Alistarme por las mañanas, reunirme con mi familia espiritual, entonar himnos de adoración a Dios, sin instrumentos, meditar y agradecer a Dios por su gran regalo, Jesucristo, eso fue una verdadera celebración.

Pablo sigue hablando a los corintios sobre este servicio memorial, del versículo 27 al 34 nos hace un llamado a tomar los emblemas con conciencia, no indignamente , a examinar nuestro corazón antes de tomar los emblemas del Señor, cuando tenemos un tiempo con el Señor antes de llegar a tomar la Santa cena con los demás miembros de la iglesia, tiempo en el que Señor nos ayuda a examinar nuestro corazón, si en Él hay un pecado y arrepentirnos, es ahí cuando llegamos con un corazón limpio, nuestra mente puesta en Cristo y su obra, es ahí cuando el Señor ve un corazón agradecido. Sí bien, no está mal que cuando vayamos a celebrar la muerte del Señor nos preparemos físicamente, pero al Señor le agrada más cuando nuestro corazón está preparado, examinado para tomar los emblemas.

Medito en todas esas mañanas de domingo, en las me preparé para celebrar la cena del Señor, me preparé desayunando, peinándome, maquillándome, embelleciendo mi físico, y dejando a un lado la preparación más importante que es la de nuestro corazón. Es triste pensar que aún como creyentes en ocasiones alimentamos más nuestra belleza física que espiritual dándole más importancia a nuestro aspecto físico, con maquillaje, cremas, ropa, ejercicio etc. Sí bien, no está mal que cuando vayamos a celebrar la muerte del Señor nos preparemos físicamente, pero al Señor le agrada más cuando nuestro corazón está preparado, examinado para tomar los emblemas.

No tomemos la cena del Señor como algo monótono, obligatorio, sin sentido, preparemos nuestro corazón tomando un tiempo para Dios, busquemos alimentar nuestro espíritu más que nuestro físico, para que podamos celebrar con plena convicción tan maravillosa fiesta, una fiesta que debe ser de sumo gozo para nostras como creyentes, porque a través de esa obra tenemos vida, a través de Jesús tenemos vida.

Recuerda al hacer memoria de Él, celebramos su obra perfecta, su resurrección y que ¡pronto viene!

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