Salmos 1:2 "Los Salmos para mi vida"

15.01.2019

Salmo 1: Una lección en contraste

Versículo 2.

En el Salmo 1:1 aprendimos que había dos formas de vida expuestas para nosotros: una significa bendición, felicidad y fruto, pero la otra significa maldición, infelicidad, y juicio. La elección es nuestra. Para ser bendecidos, uno debe obedecer las condiciones por fe: al no permitirnos a nosotros mismos el ser engañados por el mundo, como lo dice el versículo 1, y al amar Su Palabra, de acuerdo con el versículo 2.

Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Salmos 1:2

Cambiando a una descripción positiva, el versículo 2 inicia con una fuerte palabra de contraste, "PERO". Mientras que el versículo 1 es una lista de los "comportamientos" que las personas bendecidas deben evitar. Este segundo versículo de nuestro salmo describe la actividad que una persona practica para vivir una vida bendecida.

La definición de la palabra "deleite" significa complacer grandemente, encontrar gran placer en ello, una fuente de gozo, o extrema satisfacción. Piensa, ¿qué es lo que te hace más feliz? ¿Qué es lo que más te entusiasma? Estas son muy buenas preguntas para hacerte a ti misma y así poder determinar qué es en lo que mayormente te deleitas. Si no puedes contestar de forma verdadera que encuentras gran placer en la Palabra de Dios, valdría la pena reevaluar tus prioridades. Cuando Charles H. Spurgeon predicaba sobre este mismo Salmo hace 150 años, dijo lo siguiente: 

"El hombre debe tener algo de deleite, algún placer supremo. Jamás se tuvo la intención de tener un corazón vacío. Y si ese corazón no se llena con las mejores cosas, se llenará de cosas indignas y decepcionantes."

La "Ley del Señor" puede significar LA LEY, que son los primeros 5 libros del Antiguo Testamento. Pero aquí se emplea en un sentido más genérico, al enseñar o instruir. Esto es, por implicación, se refiere a toda la Escritura, la cual es la enseñanza e instrucción del Señor (2Timoteo 3:16).

Meditar es aplicar nuestra mente al material presentado. Es entonces cuando nos percatamos que no solamente es leer la Biblia, sino pensar acerca de lo que nos está diciendo. Debemos mantener en todo momento las enseñanzas de La Palabra ante nosotros. Leyendo, ponderando, memorizando, y contemplando su aplicación en nuestras vidas y circunstancias. Todos estos son formas y métodos de meditación. Cuando pensamos en La Palabra de Dios, el Espíritu Santo ilumina las cosas que están ocultas de La palabra. Mientras más meditemos, más aprenderemos. Nunca seremos capaces de aprenderlo todo, pero podemos adquirir mayor comprensión cada vez que estudiemos y reflexionemos en la Palabra de Dios.

Y nuestra meditación debe ser "de día y de noche". Eso implica que debe ser una práctica regular y constante en nuestras vidas. Nuestros pensamientos al despertar deben ser guiados en su totalidad por La Palabra de Dios- en las transacciones de negocios, en las interacciones sociales, y en la relajación personal. Cuando ya se vaya a retirar a dormir, trate de recordar un pasaje que haya leído o memorizado. O cuando se encuentre despierto en la mitad de la noche incapaz de dormir, utilice este tiempo para meditar acerca de un mensaje que haya escuchado cuando lo explicaban, o un capítulo o versículo. Sin embargo, usted debe elegir incorporar una revisión minuciosa de la Palabra de Dios en su vida. Se verá beneficiado de ella con sabiduría, instrucción, enseñanza, confirmación, corrección, conocimiento y verdad.

El escritor del Salmo 119 concuerda con entusiasmo acerca del amor que tiene por la Palabra de Dios.

¡Cuánto amo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos, porque son míos[a] para siempre.Tengo más discernimiento que todos mis maestros, porque tus testimonios son mi meditación.Entiendo más que los ancianos, porque tus preceptos he guardado. De todo mal camino he refrenado mis pies, para guardar tu palabra. No me he desviado de tus ordenanzas, porque tú me has enseñado.¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!, más que la miel a mi boca. De tus preceptos recibo entendimiento, por tanto aborrezco todo camino de mentira. Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz para mi camino. Salmos 119:97-105

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