Lo que he ganado por estar en casa

16.04.2018

"He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta" Salmos 127:3-5

Siempre planeé quedarme en casa con mis hijos. Sabía bíblicamente que era mi responsabilidad ordenada por Dios. No podría imaginar a nadie más estar numerosas horas de cuidado, unión y crianza. Mirar sus hermosos rostros dulces mientras se alimentaban y se encariñaban conmigo, no tenía precio, es un recuerdo que aprecio hasta el día de hoy todos estos años.

Sin embargo, ocasionalmente pensaba en ir a trabajar. Mis motivos fueron muy egoístas: deseaba mas libertad financiera, mas independencia y una gratificación mas inmediata. Fue económicamente desafiante vivir solo con los ingresos de mi esposo. Así que tuve que ser creativa con nuestro dinero, lo que a veces me hacia sentir insegura.

Una y otra vez el Señor me recordó "Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré;" Hebreos 13:5. Ahora mis hijos me dicen que están agradecidos por las lecciones aprendidas al no tener una "abundancia de cosas". ¡Todos atesoramos los recuerdos que creamos juntos, haciendo hoyos en la tierra, cultivando nuestra comida, haciendo proyectos de arte, manualidades para nuestra casa, cocinando juntos, yendo juntos a ver la creación o jugando juegos y reír hasta llorar!

Pero mis razones egoístas por querer ir a trabajar, el deseo de gratificación inmediata fue el más difícil de superar. Aunque el cuidado de mis hijos tuvo momentos gratificantes, a veces la idea de un cheque inmediato parecía más gratificante que la de lavar ropa en repetidas ocasiones, limpiar narices y cambiar pañales sucios.

De nuevo el Señor fue paciente conmigo. En Tito 2:4-5 el Señor se dirige a las mujeres mayores "...que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada. ..." Estas mujeres piadosas cuyos hijos ya eran adultos me enseñaron a tener una visión a largo plazo de la crianza de mis hijos con la meta de obedecer y cumplir (Proverbios 22:6), y Efesios 6:4 "Y vosotros, padres (y madres), no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor." Esta capacitación es un proceso continuo durante toda la infancia. Hubo muchas bendiciones a lo largo del camino con nuestros hijos aceptando a Jesús como su Salvador, bautizándose, realizando viajes misioneros, memorizando la palabra de Dios, compartiendo su fe con otros y sirviendo en la iglesia.

Si, Claro que podría ir a trabajar y disfrutar de eso durante un tiempo, pero a la larga ¿Qué precio podría pagar? Nadie más podría desarrollar el carácter de mis hijos tanto como yo. Nadie más sería el ejemplo consistente del amor, cuidado y disciplina de Dios en sus vidas. Pero más que cualquier otra cosa, nadie más estaría tan preocupado por sus almas y su salvación como yo. Esa responsabilidad recaía principalmente en mi esposo y en mí, y con su ayuda, yo tome el rol del cuidado diario de esos regalos que Dios me dio.

Así que no solo disfruté de los adorables momentos de logro: sus primeros dientes, sus primeras palabras, sus primeros pasos... si no también el privilegio de ser constante compartiendo la palabra de Dios con ellos y el desarrollo de su carácter. Me doy cuenta de que no perdí nada valioso al no seguir una carrera, porque me ocupé de los preciosos regalos que Dios me confió.

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