La palabra de Dios quebranta el corazón más duro
¿Has pensado alguna vez en que esa persona a quien tanto le has hablado de Cristo, por quien tanto has orado, tiene el corazón tan duro y que nunca se humillará ante Dios? En ocasiones pensamos en tirar la toalla, o como no vemos respuesta del Señor ya no oramos por ello, quiero que te detengas un momento para pensar, en quien alguna vez le compartiste, pero no has sido constante, por quien alguna vez oraste, pero ya no lo haces, seguramente se te vino a la mente por lo menos una persona, algún amigo(a), vecino(a), familiar, quizás tu esposo o tus hijos.
Quiero animarte con esta pequeña meditación, a retomar la oración por aquella alma que aún no ha puesto su fe en El Señor, y necesita de Cristo, retomar el anhelo de compartirle su palabra, dice la Biblia que la palabra de Dios no vuelve vacía:
"Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié." Isaías 55: 10 y 11
Si piensa que aquella persona tiene el corazón tan duro y que ha cometido tantos actos de rebeldía contra Dios y está dudando que él pueda cambiar, está en lo correcto. Él o ella no pueden cambiar por sí mismos, pero la palabra de Dios sí.
Recordemos como el Señor transformó la vida de hombres que estaban cometiendo actos pecaminosos despreciables, Saulo de Tarso quien perseguía a la iglesia de Cristo, a Cristo mismo, pero el Señor camino a Damasco se presentó a él y el Señor cambió completamente su vida (Hechos 9), tanto fue su cambio, que al poco tiempo, Saulo, ahora llamado Pablo, estaba compartiendo del evangelio. Zaqueo, recaudador de impuestos, quien era rico por robar a la gente, pero al conocer a Jesús, él transformó su vida (Lucas 19). Los habitantes de Éfeso quienes practicaban la magia, al escuchar el evangelio y creer en Él, quemaron los libros y siguieron a Cristo por medio de la evangelización de Pablo. Y tantos ejemplos de hombres y mujeres convertidas y con vidas completamente nuevas, por la palabra de Dios. Cualquier pecado es igual ante Dios, pero Él tiene el poder para perdonar cualquiera que este sea, así que persistamos en compartir de Él.
Los días de oración en mi iglesia local, muy frecuentemente leemos el pasaje donde Jesús habla sobre la parábola sobre la necesidad de orar y nos desmayar que se encuentra en Lucas 18: 1-8 que nos habla de una viuda que no se cansaba de ir ante el juez y exponerle su necesitad de justicia, y el juez era malo, no respetaba a Dios ni a hombres y no quería hacer justicia a esta viuda, pero fue tanta la insistencia de la viuda que el juez prefirió hacer justicia antes que la viuda le agotara la paciencia, el versículo 7 nos da el mensaje:
- "Y acaso Dios no hará justicia a sus
escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?"
Tengo un año y 4 meses congregándome en la iglesia en la que actualmente me encuentro y algo que me ha llamado la atención desde que llegué es que cada miércoles los hermanos piden por salvación de sus familias, y no cesan de hacerlo aún, lo hayan pedido cada miércoles, siguen pidiendo, y es algo que me anima a mí no solo en grupos con hermanos, si no también individualmente a orar por la salvación de mis familiares inconversos, mis vecinos, amigos, etc. Y hacerlo con un corazón dispuesto a evangelizar cada vez que tengamos oportunidad.
Si llevas años esperando que tu esposo, hijo o hermano acepte a Cristo, no te rindas, no ceses de orar, si la palabra de Dios ha sido sembrada dará fruto a su tiempo. Debemos esperar la voluntad de Dios, confiar y no dejar de orar.