El inicio de mi jornada hacia la sujeción
Efesios 5:22 "Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;" La sujeción hacia el esposo hoy en día, la sociedad lo ve como denigrante para la mujer, pero, en el concepto bíblico del origen del hombre, Dios creó a Adán y a Eva siendo iguales, hechos del polvo y sostenidos por el espíritu de vida, hechos a imagen y semejanza de Dios. Sin embargo, estableció al varón como cabeza o líder del hogar, Dios lo diseñó para ello no por ser superior a la mujer, sino dentro de un orden de gobierno en el hogar.
Hace tiempo me uní en matrimonio con un joven cristiano, lo conocí en un viaje, misionero. En esta primera etapa de mi matrimonio el camino de la sujeción no ha sido fácil, ni ha sido automático, Dios me ha enseñado a confiar en Él, confiar en el orden que Él puso en la familia para que pudiera funcionar, debemos entender que daremos cuenta a Dios de nuestra sujeción, aún cuando nuestro esposo no es creyente. No ha sido fácil, aún cuando mi esposo es creyente es difícil muchas veces sujetarse, nuestra carne se rebela, no le gusta estar sujeta, le es difícil guardar silencio y muchas veces ofende. Es vergonzoso, pero, hasta para tomar decisiones tan pequeñas, como en qué banca del servicio nos sentaremos me fue difícil sujetarme en una ocasión, y podía defenderme con una y mil escusas, pero Dios nos manda que, como esposas, seamos sumisas a la autoridad que Dios ha puesto sobre nosotras. Dios ha estado trabajando en mi corazón, he estado orando para que él me ayude a tener esta actitud de respeto hacia la autoridad que ha puesto sobre mí, que es mi esposo.
Algunas veces puede ser que como esposas, manifestemos la falta de sujeción en las siguientes formas: tomar decisiones sin consultar a mi esposo, no oír sus opiniones o consejos, faltarle al respeto con palabras, no confiar que puede resolver un problema, ser respondona o mandona, de tantas formas somos tentadas a no sujetarnos, para quienes tenemos esposos creyentes es difícil, sé que aún difícil para aquellas que tienen esposo inconversos, pero quiero animarle con este versículo en 1 Pedro 3:1 "Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas." Con esto, no quiero decir que no debemos nunca aconsejar a nuestros esposos, ellos también pueden equivocarse, ellos necesitan de nuestros consejos, ánimos, aliento, pero no debemos sobrepasar su autoridad.
Dios me ha mostrado en su palabra que; al obedecerle, Dios se encarga de lo demás, y es que podemos pensar que no es justo, cuando quiere defender su opinión ante nuestro esposo y tiene que callar por prudencia, tener que dar el lugar de liderazgo a su esposo cuando quiere tomar el mando en alguna decisión, aunque en ocasiones parezca injusto que como mujer debamos ser las que obedecen, debemos confiar en Dios. Quizás su esposo no sea buen líder, quizás no tenga ningún rasgo de liderazgo, y usted está cansada de sus malas decisiones, quizás por eso usted ha tomado el mando todo el tiempo, pero Dios no quiere eso, el que usted o yo tomemos el liderazgo o sobrepasemos en alguna forma la autoridad de nuestro esposo, no ayudará a nuestros esposos a llevar a cabo la función que deben desempeñar como líder y cabeza del hogar, antes que hacer eso oremos por nuestros esposos, sólo Dios puede cambiar su corazón. Debemos ser su ayuda idónea, no errónea.
Cuando tomé la decisión de casarme estaba consciente de lo que Dios dice en su palabra, y sabía que no sería tan fácil, que como seres humanos tendríamos diferencias, pero al ir caminando en el Señor, el conocer más de Dios a través de su palabra y al buscar su rosto cada día, créeme mi hermana, que me ha hecho respetar la autoridad que Dios puso sobre mí, y lo he notado no solo en mis acciones, si no en mis pensamientos y en mi corazón, le explico el por qué; muchas veces en las que no estaba de acuerdo con algunas opiniones o decisiones de mi esposo, actuaba de acuerdo a su voluntad pero en mi corazón me sentía enojada al no hacerse las cosas como yo quería. Ahora puedo obedecer, sujetarme a él con alegría porque sé que Dios se glorifica en ello. En ocasiones me sigue siendo difícil, muchas veces sin darme cuenta tomo decisiones por mí misma y sé que no le agrada a mi esposo, ni tampoco a Dios, pero Dios sigue trabajando en mi corazón, en mi sujeción, en mi matrimonio.
Querida hermana, si aún no has iniciado el camino de la sujeción, o de alguna forma no estás sujetándote a tu esposo, te animo a que reconozcas de qué forma no lo estás haciendo y pidas a Dios que te ayude a glorificarlo al respetar el liderazgo de tu esposo.