Discipulado y Consejería

Probablemente has leído en las Escrituras: 

Mateo 28:19-20 (Reina-Valera 1960) "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado." 

Y como dice en:

Tito 2:3-4 3 "Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte...que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos"

Estos versículos definen los principios de lo que es el discipulado y la tutoría. Son dos palabras que pueden provocar temor o por lo menos inseguridad en los corazones de los creyentes. Porque pareciera que todos deseamos este grado de amistad, pero no podemos imaginarnos a nosotros mismos siendo uno de los que son discipulados o ser los que discipulemos. Así es exactamente como yo me sentía. De ninguna manera buscaba ese tipo de relaciones de amistad y tampoco tenía un plan, pero Dios sí los tenía y simplemente dije: "Sí!" ¡De ahí en adelante, mi vida ya nunca sería la misma!

Todo comenzó hace aproximadamente 5 años. Mis hijos estaban en secundaria y preparatoria y una joven amiga mía, Susana, acudió a mí para preguntarme cómo es que debía disciplinar ella a sus hijos. Había estado observando a nuestros hijos y se dio cuenta que se comportaban muy bien y que incluso parecían escucharnos. Sus pequeños hijos estaban fuera de control y no la obedecían ni a ella ni a su esposo. Ella se preguntaba si yo podría ir a su casa y enseñarle cómo disciplinar a sus hijos en amor. Y así empezó todo, era simplemente una amiga ayudando a otra amiga como criar a sus hijos. Después de reunirnos por unos cuantos meses, mi amiga empezó a compartir conmigo algunos de los problemas que ella y su esposo estaban teniendo en su matrimonio. Y así fue como empezamos juntas a leer las Escrituras y leer material Cristiano acerca del matrimonio. Este estudio amistoso perduró por varios años y ahora sus hijas son unas encantadoras y amables mujeres de Dios. Mientras yo discipulaba a Susana, ella me recomendó con otra madre joven. Eva estaba luchando por imponer una disciplina consistente en sus propios hijos. Ella y yo nos reunimos semanalmente por unos cuantos años también.Después de esto, mi esposo y yo empezamos a trabajar con el grupo de jóvenes de preparatoria de nuestra iglesia. Me reuní con un pequeño grupo de jovencitas durante 4 años. Nos reuníamos una vez por semana para un estudio bíblico en la iglesia a excepción de los veranos.

Durante los recesos para comer me reunía con cada una de ellas de manera individual y les invitaba una soda al terminar sus clases. Fue casi ya para graduarse cuando una de estas jovencitas, Raquel, empezó a tomar más en serio su fe y quería reunirse una vez por semana para llevar un estudio Bíblico. Leímos todo el Nuevo Testamento durante ese año; hablamos acerca de los pasajes difíciles de comprender y cómo aplicar lo que nos enseñan en nuestras propias vidas. Dos de las muchachas estaban luchando en su relación con sus padres, así que ocasionalmente nos reuníamos para animarlas y darles dirección espiritual. En los últimos años, 3 jóvenes parejas nos han solicitado a mi esposo y a mí que les compartamos consejería matrimonial. Decían que habían estado observando la fuerza de nuestra propia relación y deseaban para ellos mismos un buen inicio hacia un prolongado y saludable matrimonio también. Actualmente nos reunimos semanalmente con Phil y Macie (quien es la hermana gemela de Raquel). Ellos eran una pareja joven de recién casados que habían estado sufriendo algunos baches en su relación debido a una comunicación equivocada y expectativas distintas. Nos sentimos felices y honrados de haber podido escuchar, instruir, retar y animar a esta joven pareja. Y durante este proceso tanto mi esposo como yo nos hemos acercado aún más y mucho mejor en nuestra propia comunicación como pareja y matrimonio.

Cada una de estas experiencias me ha traído directamente al Señor. Y cada ejemplo da testimonio de cómo el Señor puede usar tu vida cuando dices "Sí" a Su invitación para servir y amar a una hermana creyente. Yo no soy nadie en especial. No soy alguien que haya asistido a un seminario o que de discipulado, o un consejero entrenado. Simplemente he dado un paso al frente para amar y tratar de ayudar en las necesidades de mis hermanas en Cristo. Por favor, créanme cuando les digo que es una experiencia que te llena de humildad. Rara vez conozco cómo ayudar específicamente para suplir sus necesidades, pero las pruebas que recibo me ponen de rodillas para pedir en oración la sabiduría y la guía necesarias para ayudar. También me mantienen profundamente arraigada en la Palabra de Dios para tener siempre al alcance de mi mano las referencias y la Verdad listas para enseñar e infundir ánimo.

!También he descubierto que frecuentemente conozco más de lo que en realidad me doy cuenta! Y a veces no necesito realmente decir nada, sino solo estar ahí, presente, acompañando, escuchando y comprendiendo. Solamente un consejo necesito añadir, y es tener siempre la precaución de que sea el Señor quien permanezca en todo momento como el centro de estas reuniones, o muy fácilmente se pueden degradar hasta convertirse en una pérdida de tiempo, un cacareo inútil, o aun peor, chismes pecaminosos. 

La última parte de Mateo 28:20 dice: "... y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo." Él nos llama a ser parte de compartir el Evangelio, de hacer discípulos y entrenarlos en todo lo que Él nos ha encomendado. No es tarea fácil, pero Él promete estar con nosotros. Él no nos deja solos para obedecer con nuestras propias fuerzas. Así que, escoja el obedecer, estar dispuesto a ir a donde el Señor le llame para que acuda ahí y con quienes Él escoja para que usted les ministre. Así, el Señor estará ahí llenándole de Su Gracia, ¡SIEMPRE!